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Mulheres S.A. (ou as mulheres e as tecnologias), artigo de Nora Bär

Dos registros de patentes obtidas por 4 mil professores universitários nos EUA nos últimos 30 anos, apenas 40% foi iniciativa de mulheres


Nora Bär - Editora de Ciência do jornal "La Nacion", de Buenos Aires.

Publicamos o texto no original, em espanhol

 

Puede ser que las "muchachas" hayamos recorrido un largo camino, pero no cabe duda de que las desigualdades de género están todavía lejos de superarse.

Un artículo firmado por Ema Marris en Nature vuelve a ponerlas bajo la lupa y, en este caso, en relación con uno de los pivotes sobre los que gira la tan vapuleada "sociedad del conocimiento": las patentes.

Marris comenta un estudio de dos economistas que revisaron los registros de patentes obtenidas por más de 4000 profesores universitarios norteamericanos durante los últimos 30 años.

De ellas, sólo el 40% o menos está en manos femeninas.

Los economistas notaron que había algo extraño en su base de datos: el primer nombre femenino aparecía sólo en el puesto número 208.

Un desequilibrio similar reflejan dos trabajos de 2005 del Journal of Technology Transfer, pero "los profesionales entrevistados para ese artículo parecen no haberlo notado", escribe Marris.

Las razones que explican este desequilibrio, afirma, se resumen en dos palabras: actitudes y contactos. Ocurre que, en la tradición de Pierre y Marie Curie, explotar el costado económico de un descubrimiento no sería lo más deseable...

En las entrevistas realizadas para el estudio, las mujeres de más edad expresaron reservas sobre el patentamiento, que consideraban una actividad poco prestigiosa, mientras los hombres mostraron estar mucho más conectados con la industria.

Sin embargo, hay otros datos interesantes para entender este problema. Por ejemplo, para Laurel Smith Doerr, socióloga de la Universidad de Boston, aunque las mujeres patentan menos, son citadas con más frecuencia y en más áreas, afirma Marris.

Por otro lado, las mujeres sin hijos patentarían casi tanto como los hombres. Es decir que la diferencia no se registraría entre individuos de distintos géneros, sino entre las madres y... el resto del mundo.

Esto lleva a Marris a sugerir que una buena manera de motorizar el patentamiento de desarrollos femeninos tal vez sea facilitar a las investigadoras que también son madres el acceso a buenas guarderías.

Aunque en la Argentina sólo en los últimos tiempos los investigadores -tanto hombres como mujeres- empezaron a pensar en patentes, tal vez no venga nada mal tomar nota de esta sencilla solución...


Data: 15/09/2006